La Abadía pone a la venta la obra de sus íconografos. Comprar un ícono no es un gesto trivial. Es necesário haber descubierto la imagen que lleva a la oración y atrae hacia lo invisible. Hay que haber encontrado la imagen en su realidad, haber visto cantar sus colores, haber apreciado el conjunto y el detalle. Por eso, este sitio no permite comprar los íconos en línea, como se podría comprar cualquier otro objeto. Si alguno de los íconos aquí presentados le atrae, le invitamos a venir a verlo en el espacio de exposición indicado para cada uno, para que pueda hacer una compra con conocimiento de causa.
Un ícono auténtico no es un objeto barato. Requiere horas de trabajo paciente y meticuloso. El precio varía según el tamaño del ícono, el número de sus personajes y la cantidad de oro utilizada. El precio se indicará in situ.
ícono de 25 x 30 cm.
Este ícono sobre fondo dorado nos transporta al mundo divino de la eternidad, donde nos espera la mirada dulce, profunda y misericordiosa del Hijo de Dios encarnado.
Cristo viste una túnica púrpura, símbolo real de su divinidad, y un manto azul verdoso, color del globo terráqueo y de la creación material, utilizado tradicionalmente en íconografía para significar su humanidad.
A ambos lados de la cabeza están la primera y la última letra del nombre "Jesucristo", en griego, y en la cruz del nimbo, las letras del Nombre divino revelado en el Antiguo Testamento: o ôn, "El que es" (Ex 3,14). La inscripción de la parte inferior significa Pantocrátor, "el Todopoderoso", en eslavo.
ícono de 29 x 50 cm.
Francisco nació en Asís (Umbría) en 1182. Su padre era un rico comerciante de telas, y su madre, perteneciente a una noble familia provenzal, le enseñó desde pequeño "la dulce lengua de Francia". Según la tradición, ésta fue la razón por la que su padre, que le había bautizado con el nombre de Jean, decidió llamarle Francesco, "el francés".
Tras una juventud despreocupada, se convirtió y renunció a los bienes de este mundo, abrazando a la "Señora Pobreza". Pronto tuvo discípulos y fundó la orden de los Hermanos Menores, los "Fraticelli". Francisco predicó incansablemente el amor de Dios: "El amor no es amado", gritaba mientras caminaba por las calles de Asís, con los ojos ardiendo en lágrimas. También predicó el desprendimiento de los bienes perecederos, el amor a todos los hombres, el perdón de las ofensas, la misericordia, la paz, la concordia y el amor a las criaturas. Su celo misionero le llevó hasta Tierra Santa y Egipto.
Dos años antes de su muerte, en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, Cristo le infligió los estigmas de su Pasión en las manos, los pies y el costado. El Poverello fue canonizado por el Papa Gregorio X sólo dos años después de su muerte, en 1228.
En este ícono, San Francisco aparece vestido con el hábito franciscano, descalzo, bendiciendo con la mano derecha y sosteniendo en la izquierda una filacteria con el primer verso de su famoso "Cántico del Sol y de las Criaturas" en italiano antiguo: "Laudato si mi Signore, cum tucte le tue creature...".
ícono de 34 x 45 cm
Este icono se inspira en un antiguo ícono griego del siglo XIII, conservado en la galería de íconos de la iglesia de San Clemente de Ohrid (Macedonia). El nombre de este tipo de ícono procede del griego hodigos, que significa "guía". La Theotokos, es decir, la Madre de Dios, que lleva al Niño Dios en su mano derecha y nos lo muestra con la otra, es nuestra "guía" hacia Cristo, "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,5).
La Madre de Dios se presenta en actitud hierática. Está vestida con un masforion púrpura oscuro, símbolo de su dignidad real, sobre el que brillan las tres estrellas doradas, antiguo símbolo siríaco de la triple virginidad de María: antes, durante y después del parto. El Niño Dios está representado en la plenitud de su humanidad divina, pues a pesar de su tamaño infantil, tiene los rasgos de un adulto. Su vestidura está ornada de rayos de oro, símbolo de su divinidad. Su actitud es la de un juez misericordioso: con la mano derecha bendice y con la izquierda sujeta el rollo de los Evangelios.
El fondo dorado lleva las letras iniciales y finales de las palabras griegas METER y THEOU, que significan "Madre de Dios", y las palabras IESOUS y CHRISTOS, que significan "Jesucristo". En el nimbo que rodea la cabeza del Niño Dios hay una cruz cuyos tres brazos superiores llevan las letras del Nombre divino revelado en el Antiguo Testamento: o ôn, "El que es" (Ex 3,14).
ícono de 40 x 51 cm.
Clemente fue el tercer sucesor de san Pedro en el púlpito de Roma, después de los pontificados más efímeros de Lino y de Clito, que también murieron mártires. San Ireneo de Lyon dijo de él que había "visto a los Apóstoles": "su predicación resonaba en sus oídos, su tradición seguía ante sus ojos." San Clemente es conocido sobre todo por su Carta a los Corintios, escrita hacia el año 95, una exhortación suave y firme a la unidad y la caridad que se leía en las asambleas cristianas de los primeros siglos a la par que las cartas de San Pablo. La carta termina con la famosa "Gran Oración", uno de los documentos más importantes sobre la liturgia de la Antigüedad. El nombre de San Clemente se menciona en el Canon Romano de la Misa.
En este ícono, el Papa mártir viste el hábito episcopal, una casulla blanca sembrada de cruces azules, y el omóforion, una especie de banda larga de lana decorada con cruces, signo distintivo de los obispos. Lleva barba gris y la tonsura clerical. Lleva el libro de los Evangelios en la mano izquierda y bendice con la derecha.
ícono de 24 x 29 cm.
Tomás nació hacia 1225 cerca de Aquino, no lejos de Nápoles, y murió en el monasterio cisterciense de Fossa Nova el 7 de marzo de 1274, a la edad de 49 años, de camino al Concilio de Lyon. Oblato desde los 5 años en la abadía benedictina de Montecassino, ingresó a los 19 años en la recién fundada Orden de los Frailes Predicadores. Fue enviado a proseguir sus estudios a París, donde tuvo como maestro a san Alberto Magno, a quien siguió después a Colonia. El Hermano Tomás pronto demostró ser un poderoso genio en filosofía y teología, cumpliendo magníficamente el ideal de la Orden de los Frailes Predicadores: contemplata aliis tradere, "transmitir a los demás lo que uno ha contemplado". Enseñó incansablemente hasta el final de su vida, dejando una obra monumental que mostraba todos los misterios de la fe en su coherencia, a partir de unos pocos principios sencillos y luminosos, como una catedral espiritual. La santidad del Hermano Tomás fue proclamada solemnemente por el Papa Juan XXII en 1323. San Pío V lo proclamó Doctor de la Iglesia en 1567.
Este ícono muestra a Santo Tomás con su hábito dominico. Su mirada parece fija en lo invisible. Sobre su pecho brilla lo que se convirtió en su emblema íconográfico en el siglo XIV, el sol dorado de la Sabiduría. En el centro, dentro de un círculo, está el rostro de Cristo. En la mano derecha, sostiene la pluma del teólogo, y en la izquierda, un libro abierto en el que están inscritos los versos del himno Pange lingua ("canta, oh lengua mía") que compuso en honor del Santísimo Sacramento: Verbum caro panem verum Verbo carnem efficit ("el Verbo hecho carne, por su palabra, cambia el pan verdadero en su carne"). En 1264, el papa Urbano IV le pidió que compusiera los textos del Oficio y de la Misa del Santísimo Sacramento.
ícono de 35 x 45 cm.
Este ícono se inspira en un fresco del maestro Dionisio de principios del siglo XVI, en el monasterio de Feraponte, en la región de Vologda. Este tipo de representación es antiguo: el ejemplo más antiguo que se conoce data de alrededor del año 527 y se encuentra en la catacumba de Comodilla, en Roma. La Madre de Dios está sentada en un trono, como una emperatriz. Está vestida con una túnica azul y un maphorion rojo oscuro con tres estrellas doradas, símbolo de su virginidad perpetua, antes, durante y después del parto. Lleva las tradicionales zapatillas rojas. El Niño está sentado en su regazo como en un trono. Su rostro es grave y pensativo: es, en efecto, la Sabiduría Eterna hecha carne. Está vestido como un adulto, con la túnica imperial amarillo ocre adornada con oro, símbolo de su divinidad. Bendice con la mano derecha y sujeta con la otra el rollo de los Evangelios. Esta Virgen en majestad, "trono de la Sabiduría", comparte su actitud hierática, sus gestos y sus rasgos con las esculturas del paganismo antiguo. Pero lo que aquí se expresa es el dogma de la Maternidad Divina, proclamado en el Concilio de Éfeso (431): desde entonces, se sienta como soberana en los ábsides de las iglesias, con todos los honores de una emperatriz bizantina. San Juan Damasceno parece haber tenido esta imagen ante sus ojos cuando escribió: "Sus manos llevan al Señor, y sus rodillas son un trono más sublime que los Querubines; ella es el trono real en el que los Ángeles contemplan, sentados, a su Maestro y a su Creador".
ícono de 24 x 29 cm.
San Juan Bautista es el más grande de los profetas, como atestigua el propio Cristo (Mt 11,9-11), pues sólo él fue capaz de señalar al Mesías, que los demás sólo preveían de lejos. Esta representación de San Juan Bautista está inspirada en un ícono de Pskov del siglo XVI. La monumental figura del último Profeta destaca claramente sobre el fondo dorado. Todo en él está impregnado de gravedad: el gesto de su mano derecha, característico de un predicador, el cetro y la filacteria solemnemente levantados, los pliegues pesados de su himalion, el manto echado sobre su túnica de pelo de camello..
El rostro del Precursor sorprende por su austeridad: parece reflejar la esencia del mensaje que debe transmitir al pueblo de su tiempo de parte de Dios, con todo su peso de absoluto: "Convertíos, porque el reino de los cielos está cerca" (Mt 3,2). "Producid frutos dignos de arrepentimiento" (Mt 3,8).